Por
@nichtmitmachen
Texto preparatorio para la presentación del libro “La ciencia
moderna y la anarquía” de Piotr Kropotkin, editado por La Malatesta. El
audio de la charla, junto con la intervención del otro ponente, se puede
encontrar aquí.
Introducción
Lo primero quería agradecer a Ciencia para el Pueblo y a La Malatesta
la invitación para presentar este libro. Supongo que debería explicar
por qué estoy aquí y, supongo que es porque, a parte de considerarme
anarquista (aunque “de aquella manera”) participar en la Editorial
Klinamen soy investigador científico en el campo de las bioquímica,
afortunadamente para mí, en activo.
Lo segundo quería contar una anecdotilla personal sobre Kropotkin.
Hasta donde yo recuerdo me hice anarquista con unos 15 años por
Kropotkin, leyendo
La Conquista del Pan. Por supuesto, imagino
que como todo recuerdo será probablemente una exageración, pero sí que
se me ha quedado grabada la sensación de “Joder, esto esta guay”. Pero
después cuando intenté leer fue
Campos, fábricas, talleres y
El Apoyo Mutuo fue un auténtico bajón, me resultaron infumables.
Bueno, dicho esto, el libro me ha parecido muy interesante por los
motivos que comentaré a continuación y que plantearé para el debate. Sin
embargo, pero tengo que decir que personalmente considero que el
interés del libro es desde una perspectiva más histórica que política.
La versión sobre la que está traducida el libro es de 1913 y el original
es de 1903. Es decir, estamos hablando de un libro que tiene 100 o 110
años. Desde entonces, la sociedad, la política y, por supuesto, el
anarquismo, han cambiado enormemente. Y aunque, por supuesto, exponga
claramente las bases del anarquismo, lo hace desde una perspectiva
también claramente decimonónica.
Una base científica para el anarquismo
El objetivo del Kropotkin en el libro es bastante claro: establecer
una base científica del anarquismo o, ya que él usa ese término, de la
anarquía.
Hay en el libro una tensión que, a priori, parece hasta contradictoria. Por un lado Kropotkin afirma que la anarquía
surgió en el seno del pueblo, o que
surge del devenir de la vida práctica y a la vez afirma que es
el resultado inevitable del movimiento intelectual de las ciencias naturales (pág 235)
o
una concepción del universo fundada en la
interpretación mecánica (cinética) de los fenómenos que comprenden la
totalidad de la Naturaleza (pág. 151).
Durante buena parte del libro insiste en que la anarquía debe utilizar el método “
inductivo-deductivo” (el método científico). De hecho, llega a plantear la anarquía como un programa de investigación, con un objetivo definido:
“¿Cuales son las formas sociales que garantizan mejor
en tales y cuales sociedades y en la humanidad en general la mayor suma
de felicidad, y por tanto, vitalidad?” “¿Qué formas de sociedad son las
más aptas para conseguir que esa suma de felicidad se acreciente y
desenvuelva, no sólo en cantidad, sino también en calidad, es decir,
para que esa felicidad se haga más completa y variada?”
Sobre ese programa de investigación plantea indirectamente una
aplicación práctica, una técnica, de dichos conocimientos cuando dice
que
“El deseo de ayudar a la evolución en ese sentido es
lo que determina la actividad social, científica y artística de los
anarquistas.”
Es decir, desde este punto de vista el anarquismo implicaría una
investigación basada en el método científico y una práctica (deberíamos
decir una “técnica”) política derivada de dicha investigación.
Por otro lado, Kropotkin defiende que existe una tendencia en las
sociedades humanas hacia una mayor comunalidad de la producción y,
también, hacia una mayor libertad individual, aunque estas tendencia no
sean continuas (existe “regresiones”). Por supuesto, Kropotkin también
asume que hay otras fuerzas/personas que trabajan en contra.
Creo que esta idea es una extensión clara de su trabajo en el campo
de la teoría evolutiva, aunque, hasta donde yo he leído en el libro, se
abstenga de decirlo claramente. Como supongo que todos sabréis,
Kropotkin es famoso por haber escrito
El Apoyo Mutuo. Un factor
en la evolución en la que intentó demostrar que la cooperación
intraespecífica es un factor evolutivo tan importante, si no más, que la
competición entre individuos.
Igualmente es imposible desligar esta idea del contexto social y
político del siglo XIX, el positivismo, el cientificismo y la búsqueda
de tendencias, que también compartieron muchos marxistas y que tan
criticados (por determinismo, por ejemplo) por muchos anarquistas.
Creo que, por tanto, la clave de lo que algunos llaman el “anarquismo
científico” de Kropotkin es intentar esclarecer, usando el método
científico, esa tendencia cooperativa innata de las sociedades humanas
con el objetivo de favorecer y acelerar su desarrollo.
Es interesante mencionar aquí que Malatesta, en 1925, trató la
pretensión de Kropotkin de “absurda”, “errónea” y “dañina”, aunque, en
mi opinión, Malatesta estira mucho la postura de Kropotkin hasta
convertirla en un mecanicismo extremo que es más un hombre de paja que
otra cosa.
¿Y qué queda de esto ahora? ¿Tiene sentido el proyecto de Kropotkin en el siglo XXI?
En primer lugar, al plantearme esta pregunta leyendo el libro me he
dado cuenta que quizás no soy el más adecuado para responderla, ya que,
aunque como científico algo de ciencia conozco, seguramente sea una
pregunta sería mucho mejor respondida si implicase a filósofos y
sociólogos de la ciencia, así como un conjunto multidisciplinar de
investigadores. Dicho esto, aquí va mi aportación.
Tendencias
En lo que respecta a las tendencias, soy bastante escéptico a que
exista una tendencia social o biológica a nada, más allá, posiblemente,
de las leyes de la termodinámica. Por ejemplo, la evolución es en
general un proceso sin tendencias inmanentes ni direccionalidad a largo
plazo. Las fuerzas evolutivas como la deriva génica no la tienen porque
implican la imposición aleatoria en la población de determinados alelos.
Y la selección natural, que sí tiene una cierta direccionalidad, es
siempre “cortademiras” actuando en función de condiciones ambientales
con las que los propios sujetos biológicos interactúan muchas veces. La
existencia de tendencias biológicas (a la complejidad, a la cooperación,
a la competición) es algo muy discutible y suele ser resultado de
sesgos. Igualmente intuyo que debe pasar en las sociedades humanas.
Aunque, por supuesto, existirán tendencias que tengan lugar durante
mucho tiempo, probablemente se deban a condiciones históricas concretas y
transitorias, como el capitalismo, más que a tendencias innatas
inmanentes al hecho de la socialidad, independientemente de cómo se
configure esta concretamente (las relaciones sociales de producción y
reproducción de la vida).
Más aún, salvo que tuviésemos una verdadera certeza de una tendencia,
algo que considero bastante improbable, probablemente deberíamos actuar
operativamente como si dicha tendencia no existiese. Aquí siempre saco
una frase de Walter Benjamin. “Nada ha dañado tanto a la clase obrera
alemana como pensar que nadaba a favor de la corriente (de la historia)”.
El método científico
Vayamos a otro paso. ¿Es posible utilizar el método científico, o
inductivodeductivo como lo llama Kropotkin en el libro, para la acción
política? Mi respuesta es sí, PERO. Me explico.
En mi opinión el método científico es una una derivación refinada y
puesta a punto de uno de los diferentes modos innatos de interaccionar y
conocer la realidad que tenemos los seres humanos. ¿Por qué hay que
refinar y poner a punto? Pues, por ejemplo, por que existe una cosa
llamada “apofenia” que es la tendencia innata que tenemos los humanos a
observar patrones donde sólo existe ruido aleatorio. Contra cosas como
esta es por lo que se desarrolla el método científico.
Es bastante claro que este refinamiento y puesta a punto se debe en
gran parte al desarrollo capitalista que, además, ha convertido al
método científico en la racionalidad hegemónica, y la “mejor”, frente a
otros modos de conocimiento. La Escuela de Frankfurt, mi querido Adorno
(#LOL), ha advertido de los riesgos de que la racionalidad
científico-técnica se convierta en dominante. Tengo la intuición de que
en este proceso de hegemonización ligado al capitalismo es probable que
el método científico adoptase una forma concreta determinada y no otra.
Personalmente, creo que la cuestión de si otra forma de sociedad daría
lugar a otro método científico es tan interesante como compleja y que
escapa a este debate.
Desde este punto de vista, quiero pensar que cuando hacemos política,
cuando analizamos la realidad para intervenir en ella intentamos
aplicar algo parecido en mayor o menor medida (aunque también usamos
otros modos de conocimiento).
Ahora bien, creo que el método científico, a pesar de ser un método
muy potente para conocer la realidad o, al menos, ciertos aspectos de
ella también está lleno de trampas, tiene muchas limitaciones y mal
aplicado puede dar lugar a errores importantes. Y aquí sí que tiro de mi
(breve) experiencia como científico. A diferencia de lo que algunos
autodenominados “escépticos” afirman, la ciencia, incluso sin tener en
cuenta todos sus condicionamientos sociales, es decir considerando una
supuesta e inexistente ciencia “pura”, es una actividad complicada.
Dicho de otro modo: es muy difícil demostrar las cosas (algo que la
estructura social actual en la que tiene lugar la ciencia, por cierto,
complica aún más). Por ejemplo, uno de los
hot topics actuales
en ciencia es lo que llaman la “crisis de reproducibilidad”, es decir,
que muchos de los resultados que se obtienen y publican no se replican.
Son falsos positivos. Y eso no es porque sean fraudes, sino que tenemos
un problema (en parte debido a la estructura social de la ciencia, pero
no sólo) con las herramientas estadísticas que utilizamos para conocer
según que tipos de datos.
Mi opinión es que aplicar el método científico en/para un programa de
transformación social en sentido emancipatorio, probablemente sea
interesante o necesario, pero no va a ser para nada trivial tal y como
parece deducirse del texto de Kropotkin. Tampoco podemos culparle,
porque muchos de estos problemas eran desconocidos en su época.
En primer lugar, y podemos entrar en ello más tarde, está el tema de
los expertos y las capacidades humanas innatas (moduladas siempre por el
ambiente) (me refiero a quién es mejor en matemáticas, intuición,
empatía, etc) y como gestionas eso en un proyecto, como el anarquismo,
que se reclama horizontal, que muchas veces asume implícitamente un
modelo muy naïf de tabula rasa.
En segundo lugar está el hecho de que el resultado del método científico no siempre es el que tu quieras.
Pongo un ejemplo curioso pero no muy complicado: la toma de
decisiones y la organización asamblearia versus “que mande uno”. Yo, que
me considero anarquista, creo que la toma de decisiones de forma
asamblearia y horizontal es, en promedio, lo mejor. Pero estoy seguro de
que existen situaciones en las que seguramente siempre sea deficitaria,
por ejemplo, en general suele ser un proceso más lento a que uno sólo
tome una decisión. En un conjunto de problemas en que sea mejor tomar
una mala decisión rápida que una decisión buena mejor, la asamblea no
sería lo mejor. Ahora bien, qué es “mejor”. ¿Qué criterios elegimos cómo
mejor o peor? Y es más, ¿es posible determinar de antemano si el
problema al que nos enfrentamos es de los que favorece la forma
asamblearia u otra? ¿Cómo podemos estudiar esto? etc, etc. Existen
muchos casos en los que hacer experimentos aleatorizados (en ciencia, el
tipo de estudio que da una evidencia de mayor calidad) es simplemente
imposible. Cuando hablamos de aplicar el método científico a un problema
hablamos de esto. De definir una cuestión, de cómo vamos a medir esa
cuestión, de diseñar un estudio, de recoger datos, de tener en cuenta
variables confusoras, etc.
Naturalezas
Esto me lleva a otro problema, y es que aunque haya dicho que no crea
que existan tendencias innatas en biología o a las sociedades humanas,
esto no quiere decir que no pueda porque exista una determinada
“naturaleza humana” (aunque desde luego muy maleable) o, mejor dicho, un
conjunto de “naturalezas humanas”. Los seres humanos somos animales,
somos seres biológicos resultado de un proceso de evolución biológica de
millones de años y, como tales, estamos sometidos a condicionantes
biológicos, genéticos, etc. Por supuesto, siempre en interacción,
generalmente no trivial con la sociedad y el medio ambiente.
Teniendo esto en cuenta puedo poner un ejemplo más jodido de relación
entre ciencia y anarquismo ¿Se debe estudiar la variación poblacional,
sexual, etc de aptitudes como la altura? Los hombres son más altos que
la mujeres. Es un hecho estadístico. ¿y si hablo de una determinada
aptitud mental como la inteligencia o la velocidad mental? Por supuesto,
la importancia de esas aptitudes viene determinada por un contexto
social. A mi me gusta mucho una frase de Silvia Federici que dice:
Tal como yo lo veo, las diferencias no son el
problema, el problema es la jerarquía. La jerarquía hace que las
diferencias se vuelvan una fuente de discriminación, de devaluación y de
subordinación.
No hay problema en mirar diferencias de altura porque nadie piensa
que los altos deben gobernar a los bajos, o viceversa, pero cuando
miramos inteligencia (o determinadas características asociadas a ella),
la cosa cambia porque socialmente sí que hay un “sentido común” que dice
quién debe gobernar (recordad eso de “el gobierno de los mejor
preparados”). Pero científicamente, a parte de los problemas
metodológicos de cómo medir la altura (relativamente trivial) frente a
cómo medir la inteligencia, o diagnosticar esquizofrenia y depresión,
para nada triviales y mucho más socialmente mediados, digamos que la
estadística es la misma.
Interpretaciones
A todo esto hay que sumarle, además, que los hechos científicos no
tienen lugar en el limbo, sino que su interpretación es social. Un
ejemplo clásico es la base biológica (genética u hormonal) de la
homosexualidad. Supongamos que existe un un conjunto de variantes
biológicas que aumentan la probabilidad de ser homosexual. Supongamos
que podemos determinar su existencia e incluso cuales son. ¿Qué
implicaciones tiene esto? Mucha gente está en contra de investigarlo
porque teme que esto puede llevar a que se considere una enfermedad o
incluso a prácticas eugenésicas. Pero otra gente está a favor porque
considera que esa existencia lo naturaliza (como cuando se dice
“homosexualidad hay en todas especies, homofobia sólo en una” algo que,
por cierto, no sé si es cierto, ni me importa) y de alguna forma lo
justifica, lo hace “natural”. Pero aquí no hablamos de ciencia, de
estadística o de biología, hablamos de qué consideramos una enfermedad o
qué valor intrínseco le damos a “lo natural”. Hasta donde yo sé, al
menos en Estados Unidos, la comunidad gay ha pasado de estar más a favor
de la primera posición a ser más preponderante la segunda.
Una idea
Mi opinión es que prácticamente todas las cualidades humanas
individuales y colectivas, lo bueno y lo malo, tienen condicionantes
sociales y biológicos que interaccionan de forma no trivial. Eso incluye
comportamientos o aptitudes que, como anarquistas, consideramos
“buenos” o “deseables” en una sociedad emancipada: la cooperación, la
empatía, compartir, la amabilidad, rebelarse contra las injusticias…
pero también incluye a todos los que consideramos “malos” o
“indeseables”: la violencia, el machismo, ser un cabrón, no compartir,
la indolencia, etc.
Tiendo a pensar que lo que denominamos anarquía o comunismo es una
proyección utópica en la que determinadas tendencias y comportamientos
sociales actuales, que se presentan de forma “impura”, parcial,
incompleta o sólo en determinados contextos, son hegemónicos en la gran
mayoría de los ámbitos de la vida. Esto es, por ejemplo, el significado
de la divisa “fraternidad” como lema revolucionario. Que todos los seres
humanos se comporten como hermanos, es decir, que ciertos
comportamientos que actualmente son mayoritarios en una determinada
situación de parentesco (y que, no son continuos, sino parciales. Todos
conocemos casos de hermanos que no se pueden ni ver o cómo se pican los
hermanos entre sí cuando son pequeños) se extienda a toda la humanidad.
Para mí, de ninguna manera, y esto lo subrayo mucho, esto implica una
tendencia natural hacia la anarquía, ya que lo mismo podría aplicarse
al fascismo, el capitalismo e incluso a la situación de dominación más
infernal que podría imaginar (no sé, algo como
Saló, Los 120 días de Sodoma de Pasolini o
La Carretera de Cormac McCarthy), situaciones en las que determinados comportamientos humanos son hegemónicos.
Existen disciplinas científicas como la teoría de juegos, la teoría
de juegos evolutiva, la economía conductual, la psicología, etc. que
estudian los determinantes sociales (y/o biológicos) de determinados
comportamientos, y que por tanto podrían sernos de nuestro interés una
vez eliminada toda la ideología que tienen imbricada, si es que eso es
posible. Tanto los métodos y modelos como algunos de los conocimientos
que obtienen. Por ej: el caso de los bienes comunes, en el que se sabe
que los grupos pequeños o la escasez del bien tiende a favorecer la
cooperación.
¿Debe el anarquismo aprovecharse de dichos conocimientos, o incluso
desarrollar algunos nuevos, y usarlos en su beneficio? Pues podría ser,
PERO. Es decir, sí, siempre y cuando nos los apropiemos y nos lo
planteemos de una forma crítica y rigurosa, y teniendo en cuenta todos
los problemas y limitaciones que tiene el método científico en sí como
en su interacción con el medio social: sea este el capitalismo o el
movimiento libertario. Si lo que buscamos es darle un sello de
científico a lo que en realidad son ideas preconcebidas o juicios éticos
sobre cómo debe ser el mundo lo que estaremos haciendo es marketing
cientificista barato como el que hacen las marcas de cosméticos.